Las
leyes son actos políticos. Es natural que mucha gente no esté de
acuerdo y que las quiera derogar. Pero eso no significa que
técnicamente sean malas. Son dos críticas distintas.
Una
ley es mala cuando es confusa, o contradictoria, o cuando deja sin
regular partes importantes de un problema. Muy especialmente, una ley
es mala cuando resulta imposible de aplicar o cuando es inútil,
porque intenta resolver un problema que no existe, o ella misma
impide el resultado que decía pretender. El resultado es
exasperante.