domingo, 27 de mayo de 2012

UE - Grecia: el error Papandreu

A lo largo de 2011, parecía que la Unión había conseguido encarrilar su relación con Grecia. George Papandreu era un líder modernizador, europeísta, relativamente ajeno a las causas de la crisis. Con dificultades, gradualmente, iba llevando a la opinión griega hacia los acuerdos con la Unión. Hasta que cerró el acuerdo definitivo y ya no hubo más tiempo para dificultades ni para gradualidades.


Entonces Papandreu hizo una propuesta espectacular: un referéndum sobre los acuerdos con la Unión. Inmediatamente, Merkel y compañía obligaron a Papandreu a dimitir. El último acuerdo entró en vigor y Grecia fue a las elecciones. Aparentemente, la carrera política de Papandreu había terminado.


Curiosamente, ahora parece ser Merkel quien desea un referéndum. Las elecciones no han aclarado nada: casi todos los líderes políticos griegos están a favor de la unión monetaria, cosa que no significa realmente nada, pero siguen siendo muy ambiguos respecto de los planes de austeridad y de reformas. Alguno de los más importantes ya se ha manifestado tanto a favor como en contra de las medidas reclamadas por la Unión. No conozco a fondo los detalles, pero doy por hecho que otros están de acuerdo en principio, pero no apoyan ninguna medida concreta, y así sucesivamente.


Merkel y compañía se equivocaron gravemente al rechazar el referéndum de Papandreu. En primer lugar, consiguieron deshacerse de su principal y casi único aliado en Grecia. Los políticos que han venido después parecen mucho más reacios a las políticas exigidas por la Unión. 


En segundo lugar, han desaprovechado la oportunidad que Papandreu les ofrecía. El referéndum obligaba a los griegos y a sus partidos a decidir: dentro del euro, con sus sacrificios y sus reformas o fuera del euro, con la suspensión del pago de la deuda y la devaluación. Probablemente, Papandreu habría ganado el referéndum. Probablemente habría salido reforzado, con más crédito político para afrontar las reformas. Alemania podría ahora contar con un compromiso fuerte de los griegos como contrapartida al rescate. Han pasado seis meses. Grecia no tiene líder, ni decisión, ni compromiso, y Merkel sigue sin saber qué puede obtener Alemania a cambio de su dinero.


Como no dejó que lo decidieran los griegos, ahora es Merkel quien debe decidir si Grecia quiebra o se salva, y qué precio va  a pagar Alemania. En lugar de ser la salvadora de Europa, Merkel va a ser su agorera, ya sea por la quiebra griega o por la factura alemana.

La negociación UE - Grecia: el problema

Ya no sé cuánto dura la batalla titánica sobre la deuda griega. Han negociado acuerdos, los han cumplido, los han incumplido, los negociadores mismos han cambiado, han caído varios gobiernos europeos, con el francés por delante, han depuesto a los gobernantes griegos (aunque no han conseguido poner otros). El resultado hasta la fecha: el problema sigue igual.

Personalmente, estoy convencido de que la Unión tiene los mejores equipos de negociación del mundo. En cambio, la Unión sigue sin tener grandes políticos que fijen los objetivos y tomen las decisiones. Sin ellos, los negociadores pueden resolver algunos problemas, pero no todos ni, sobre todo, los más graves.

De momento, Angela Merkel es la líder más destacada de la Unión. Ella es la responsable de la principal decisión estratégica ante la crisis: que la Unión no pague las deudas de los Estados o, lo que es lo mismo, que Alemania no se haga cargo de los problemas de sus socios.

Esta opción estratégica pretende evitar lo que se llama riesgo moral, o sea, que los países deudores, una vez liberados de su deuda, se crean que pueden volver a contraerla alegremente, porque ya pagarán los alemanes. Teniendo en cuenta el comportamiento de algunos de nuestros socios, parece una opción sensata.

La opción de la Sra. Merkel  plantea tres dificultades muy interesantes, y estoy seguro que les ha dedicado muchas horas. Como suele pasar, son problemas abstractos que de repente se concretan: el problema de la credibilidad de las amenazas, el problema del prestamista de último recurso y el problema que Sun-Zi (Sun Tzu) llama "cuando estés en terreno mortal, lucha". 

La credibilidad: la Sra. Merkel está encontrando grandes problemas para que la crean. Ella mantiene que fuera de la ortodoxia no hay salvación, pero muchos que la escuchan tienen dudas. En el Mediterráneo tenemos tendencia a no creer en el rigor; en el Norte, en cambio, la critican por hipócrita: se ve que su gobierno no es tan austero como predica. Además, la credibilidad del mensaje Merkel choca con los otros dos problemas, como se va a ver.

El prestamista de último recurso: por lo menos desde el s.XIX se sabe que un shock económico se puede ver agravado por una crisis de liquidez. No entraré en detalles, pero es fácil entender que la incertidumbre causada por el shock retrae a los inversores y prestamistas. Por lo tanto, la crisis se agrava artificialmente a sí misma en una espiral descendente: la crisis retrae la liquidez, la falta de liquidez agrava la crisis y así sucesivamente.

La teoría es que el banco central prestará dinero para cortar el problema de falta de liquidez. Se supone que lo hará lo más tarde posible para desincentivar el riesgo moral, pero antes de que la crisis sea demasiado grave. Muchos alumnos aventajados del Prof. Kindleberger llevan ya varios meses esperando la intervención del BCE como prestamista de último recurso. Y, claro, no se creen que la política de austeridad vaya a seguir mucho tiempo.

Cuando estés en terreno mortal, lucha (Sun Tzu) (Pinyin: Sun Zi). Don Francisco Villa, el Centauro del Norte, lo hubiera dicho más claro: más vale morir de pie que morir de rodillas. Los catalanes, siempre un poco escatológicos, dicen cornut i pagant el beure. Sun Tzu observó que los guerreros desesperados acometen las mayores heroicidades, precisamente porque no tienen alternativa. Si se les abre un camino, huyen; si se les corta la huida, luchan hasta la muerte.

La gran pregunta que se hacen los griegos es: ¿qué ganamos con esto? Los sacrificios que se les piden significan diez, veinte años de estancamiento, sin progreso económico ni social, para pagar unas deudas que tampoco les han hecho ricos. Les están empujando a elegir entre una muerte rápida y una muerte lenta. No es de extrañar que no quieran comprometerse con ninguna de las dos opciones, ni que rechacen el plan de austeridad, ni que odien los huesos de la Sra. Merkel.

Hay quien sospecha que el plan de Merkel es un poco diferente; que está dispuesta a poner dinero si los griegos finalmente se ponen serios y reforman el país. Lo vemos en el próximo post.



Se acerca el final de la partida

Se acerca el momento de decidir. Lo han aplazado tantas veces que algunos lo han conseguido olvidar. Pero, en definitiva, no es posible escapar de la cuestión esencial: ¿quién va a pagar la juerga?

El drama financiero europeo es una tragedia clásica; en ella, la culpa es irrelevante. Por más que se enfade Mme Lagarde, los griegos no van a pagar la salida de su crisis con sus impuestos. Los pagarán cuando alguien les ofrezca un Estado acorde con el coste. Entretanto, dirán lo que decimos todos: busquen al culpable, porque no fui yo.

Y tienen razón, porque no fui yo. Fue mi vecino, y no yo; o su banco, pero no yo; o el banco alemán que le presto a su banco, o el BCE, o el FMI, o el gobierno, o el anterior gobierno, o el lucero del alba, pero no yo; desde luego, no yo.

Como dice el chiste, si le debes 1000 millones, Alemania está en tus manos. Los  alemanes tienen un problema y, si no se lo arreglan los griegos, tendrán que arreglárselo ellos.

Son nociones elementales, pero hay que repetirlas porque son muchos los que consiguen olvidarlas.

En el último término, nos quieren vender una mentira absurda. Los que dicen que es la lógica del mercado rezan para que no la sigamos: si la deuda del país es tan grande, lo racional no es pagarla, sino emigrar y que la pague otro o, si nos vamos tantos, que no la pague nadie.

Tal vez no me valga la pena seguir en el euro, tal vez no me lo puedo pagar. Si a otro le conviene, que eche cuentas, puede que lo pague él.

Y lo dicho para Grecia vale para Hispania, y para nuestros bancos y cajas. Yo no tengo un Ferrari, y todo el mundo se imagina por qué. Pues por el mismo motivo no tengo un yate, que me vendría muy bien, ni tampoco tengo un banco, que también me haría un favor.

Rescatar a Bankia nos va a costar, en resumidas cuentas, un 2,5% del PIB. 25.000 millones, y quizá me quede corto. Allá se van nuestros ríos, y nuestra educación, y nuestra ciencia, a se acabar e consumir. Todos los recortes del nuevo gobierno se los va a tragar un banco que acabaremos cerrando. Ya hemos estado aquí, ya hemos visto esto.

Si vamos a gastar inútilmente, hagamoslo en vino. Servirá para lo mismo y nos acostaremos contentos. La resaca la tendremos de todas maneras.

Hablaba el otro día con un amigo muy querido y me decía que hay que combinar austeridad y crecimiento. Y le di la razón, y le pregunté: de todo el presupuesto - ya veo la austeridad - ¿en qué ministerio está el impulso al crecimiento? Los españoles de buena fe se quedan como mi amigo, sin palabras. No nos sacrificamos para crecer, ni para tener un país mejor. Ahorramos para comprar chatarra.